Desde tiempos remotos, el aceite de oliva ha sido mucho más que un alimento: ha sido símbolo de salud, espiritualidad, protección y poder. En Jaén, tierra de olivos por excelencia, estas creencias han echado raíces profundas en la cultura popular, dando lugar a rituales, remedios y leyendas que aún hoy sobreviven.
En este artículo exploramos algunas de las creencias más curiosas y reales que giran en torno al olivo y el aceite en Andalucía, especialmente en la provincia de Jaén, y cómo en Ildefonso Espinosa seguimos respetando ese legado ancestral en cada gota de nuestro AOVE.
El olivo como árbol sagrado
El olivo es uno de los árboles más antiguos domesticados por el ser humano, y desde el mundo clásico ha sido considerado símbolo de paz, eternidad y fertilidad. Griegos, romanos y árabes lo veneraron por sus frutos, su resistencia y su longevidad. En muchas culturas mediterráneas, el olivo nunca se talaba, y si moría, se plantaba uno nuevo en el mismo lugar, como acto de respeto a la tierra.
En Jaén, tierra con más de 66 millones de olivos, aún se conservan tradiciones que tratan al árbol con un respeto casi sagrado. Algunas familias rurales rezaban al plantar un olivo joven, pidiendo buena cosecha o salud para la familia.
El aceite de oliva como protección y remedio
En la cultura popular andaluza, el aceite de oliva virgen extra ha sido usado tradicionalmente para:
Bendecir la casa o el campo: en ciertas fiestas religiosas o durante la recolección, se rociaban unas gotas de aceite en las puertas, en los utensilios o incluso en los surcos de tierra antes de plantar.
Curar dolencias: se aplicaba sobre la piel para sanar quemaduras, cortes o picaduras. Mezclado con ajo, se usaba para tratar resfriados y dolores de garganta.
Alejar el mal de ojo: en algunas zonas de Jaén, era común untar unas gotas de aceite detrás de las orejas o en la frente de los niños como protección frente a envidias o malas energías.
Rituales y creencias antiguas relacionadas con el aceite
En Pegalajar y otras zonas rurales de Sierra Mágina, las abuelas recuerdan todavía rituales con aceite transmitidos de generación en generación. Algunos de los más curiosos incluyen:
El “aceite de Santa Lucía”
En vísperas de Santa Lucía (13 de diciembre), se bendecía un poco de aceite para curar problemas de visión. Se creía que una gota en los párpados o en una vela encendida protegía la vista durante el año.
El “aceite de las ánimas”
En algunos pueblos, durante el Día de Todos los Santos, se encendía una lámpara de aceite virgen en las casas para guiar el alma de los difuntos. Se colocaba junto a una fotografía o una cruz, con pan o aceite como ofrenda.
Las gotas en el agua
Una costumbre extendida en zonas de Jaén para detectar el mal de ojo consistía en ver cómo caían unas gotas de aceite en un vaso de agua. Si se dispersaban o se rompían, era señal de que había «algo malo». Si flotaban intactas, todo estaba bien.
La magia real del aceite está en el cuidado
Aunque muchas de estas creencias forman parte de la historia rural y la espiritualidad popular, hoy sabemos que el aceite de oliva virgen extra tiene propiedades reales y científicas que lo convierten en un alimento casi mágico:
- Rico en polifenoles antioxidantes
- Protector del sistema cardiovascular
- Antiinflamatorio natural
- Bueno para la piel y el sistema digestivo
En Ildefonso Espinosa, seguimos produciendo nuestro AOVE de Pegalajar con respeto al olivo, al agua, al ritmo de la tierra… y también al legado cultural que hemos heredado.
Cada botella de Aceite de Oliva Virgen Extra no solo encierra sabor y salud: encierra siglos de historia, espiritualidad y vida rural. En Pegalajar, cada olivo es parte del paisaje, del alma del pueblo y de la memoria de quienes lo han trabajado con las manos y el corazón.
Desde nuestras fincas hasta tu mesa, llevamos ese legado con orgullo.
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