Enclavada en las estribaciones de Sierra Mágina, la Charca de Pegalajar no es solo un lugar emblemático del pueblo: es un símbolo de identidad, tradición y vida agrícola. Rodeada de olivares centenarios, la charca ha sido durante siglos fuente de agua, historia y leyenda para los habitantes de esta tierra.
En este artículo te contamos la historia real y las leyendas que envuelven a la Charca, su relación directa con el cultivo del olivar, y cómo su presencia ha marcado el carácter de Pegalajar y del aceite de oliva virgen extra que aquí se produce.
Un manantial histórico: el nacimiento de la Charca
La Charca de Pegalajar se forma gracias al manantial de la Fuente de la Reja, un acuífero subterráneo que brota desde la Sierra de la Golondrina. Ya desde época andalusí, el agua que manaba de esta fuente fue aprovechada mediante un ingenioso sistema de acequias, riego por gravedad y albercas que permitió el desarrollo de huertas y olivares.
La Charca ha sido históricamente una alberca de regulación hidráulica, pero también un espacio social y simbólico. Desde el siglo XVI ya se documenta su uso como punto de reunión, riego, baño y abastecimiento. Hasta hoy, sigue siendo el corazón del pueblo.
Agua y olivos: un matrimonio ancestral
La riqueza de los olivares de Pegalajar no se entiende sin la Charca. El AOVE de Pegalajar, como el que elaboramos en Ildefonso Espinosa, debe su carácter al entorno natural que lo rodea: un microclima entre sierra y valle, suelos calizos, y una cultura del agua bien gestionada durante siglos.
Gracias a los regadíos tradicionales ligados a la Charca, las huertas y los olivares han sobrevivido incluso a épocas de sequía. Este equilibrio entre agua y tierra ha creado un paisaje único, donde cada gota cuenta y cada aceituna tiene historia.
La leyenda: una charca encantada por una mujer misteriosa
Además de su función agrícola, la Charca también guarda una leyenda que ha pasado de generación en generación.
Se dice que una mujer vestida de blanco aparece en las noches de luna llena sobre la superficie de la Charca. Los más viejos del lugar afirman que es el espíritu de una joven que murió ahogada en la época medieval, víctima de una promesa de amor no cumplida. Desde entonces, su silueta se ve reflejada en las aguas tranquilas, custodiando el manantial.
Algunos aseguran que trae buena suerte si se le ve desde lejos y se guarda silencio. Otros creen que protege la tierra y el agua del pueblo. Sea como sea, esta figura mística ha quedado grabada en el imaginario popular como la guardiana de Pegalajar.
Patrimonio natural, cultural y emocional
La Charca de Pegalajar no es solo un estanque: es un testimonio vivo de la relación entre el ser humano y la naturaleza. En ella convergen historia, agricultura, cultura, espiritualidad y ecología.
Desde Ildefonso Espinosa, como productores de aceite de oliva virgen extra de calidad, sabemos que cuidar el agua es cuidar el olivo. Por eso, reivindicamos no solo el origen del AOVE en nuestros campos, sino también el valor de lugares como la Charca, que han hecho posible este producto durante generaciones.
La Charca de Pegalajar no es solo un paisaje bonito. Es historia viva, legado agrícola y corazón del pueblo. En sus aguas se refleja no solo el cielo, sino también la esencia de un aceite que nace de olivos centenarios y manos sabias.
Descubre todas nuestras variedades y formatos en https://www.ildefonsoespinosa.com/tienda/





